sábado, 16 de mayo de 2015

Stalingrado, 1942 (microrrelato)

Por Karlos Dearma


Fragmento del diario de un soldado encontrado en el frente de batalla del Volga, nadie sabe si sobrevivió…
“La morfina escasea, como casi todo en la ciudad, tuve la suerte de recibir una de las últimas dosis (el dolor era insoportable). Nuestra red de abastecimientos trabaja al máximo, aun así no es suficiente: Muchos de nuestros barcos fueron hundidos por los nazis. Había que arreglárselas como sea, aprendí a robar y no siento vergüenza de admitirlo: A los comisarios políticos quizás no les importe un campesino de los Urales como yo, ni la manera en que intento mantenerme con vida, mucho menos a los burócratas de Moscú. En fin, mis heridas me alejaron de la batalla por ahora.

Desperté de mi sueño pues los aullidos de las bombas no me dejaban dormir. El cañoneo es incesante y los ruidos de la batalla lejanos o así lo parecen. Puede que los efectos de la morfina me lo figuren así. En ese estado hipnótico mi mente no paraba de pensar y me di cuenta de que... no había escrito a mi madre en dos semanas. Por lo menos para tranquilizarla y contarle que aún estoy vivo. ¿Saldremos algún día de este agujero?

Tal vez los alemanes tomen la ciudad y acaben con todos nosotros.”